sábado, 2 de junio de 2012

La opinión de un muerto

Un día voy en el autobús de camino a algún lado, y al día siguiente me convierto en cenizas y estás en un jarrón ornamentado en la repisa del salón, a pesar de que la voluntad del difunto fuese estar tranquilo en un armario.
¿Qué puede haber ocurrido?
Eso parece no importar. Y en realidad, no importa. Lo que le quita a uno el "sueño", es oír los llantos de alguien mientras contempla tu tumba de porcelana china.
Quizás esa persona se sienta culpable porque fue incapaz de salvarme.Pero esa persona tiene que entender que mi muerte ocurrió por capricho del destino o porque alguien así lo quiso.
A lo mejor, el médico arrojó su mascarilla al suelo mientras me certificaba porque no pudo ganarle el partido a la muerte. Pero este médico tiene que entender que mi pérdida salvará más vidas.
Querer evitar mi muerte, es lo mismo que querer atrapar al polvo en su caída descendente al suelo. Solo que nadie se culpa por no pararlo, pero sí se culpan por mi muerte. Y eso es ridículo.
Personalmente detesto mucho más saber que esas endiabladas partículas, de composición desconocida,  caen al suelo, y que luego hay que recogerlas, que no haber podido evitar mi muerte.
Y no hay mejor persona en el mundo que un muerto para seguir sus consejos. Ya sea porque la muerte nos hace más sensatos, o porque tenemos más tiempo para reflexionar.
Y yo os digo que las cenizas al armario y el polvo al suelo.
Todo esto desde la opinión de un muerto.